Ellos inventaron aquel juego macabro;
llegaron de pronto,
en mitad de la noche;
patearon puertas,
pisotearon jardines;
se llevaron un amigo,
un hermano,
una hija.
Al amanecer todo parecía estar igual;
pero un amigo,
un hermano,
una hija,
ya no estaban.
Aprendimos a jugar a las escondidas,
a tratar de ser invisibles;
para no ser
otro amigo,
otro hermano,
otra hija.
©Osvaldo Rassetto
Un gusto leerte, Osvaldo,saludos, gracias,
ResponderEliminarAlicia B. Pastore,