Esta vez
no fue una arruga,
ni una cana,
ni las manos temblorosas,
ni los pasos lentos en el zaguán interminable.
No fueron tampoco
los huesos doloridos,
ni los ojos cansados;
ni esa tos,
que lo apuñala cada mañana.
Esta vez
se descubrió una nueva tristeza:
(La soledad
paseando por la casa,
cierta sinfonía silenciosa de cubiertos en desuso,
jardines deshabitados;
espejos que devuelven oscuridad,
sucesión de retratos donde sólo ríen fantasmas).
©Osvaldo Rassetto
No hay comentarios:
Publicar un comentario